Las seis emociones básicas según Alexander Lowen: El placer
El Placer: El Arte de Habitar el Cuerpo y la Vida
En esta imagen, el placer no se grita; se vive en la quietud de un gesto, en la curva de un movimiento que parece danzar con el aire, en el roce de las manos sobre el cabello que cae como una cascada libre. Es un instante donde el cuerpo no es solo un vehículo, sino un templo en el que el placer encuentra su hogar. Es una rendición sin esfuerzo, un «sí» silencioso a la vida.
Alexander Lowen describió el placer como una de las emociones más puras y naturales del ser humano. Más que una sensación pasajera, el placer es una experiencia profunda, una conexión íntima con nuestro cuerpo y con la energía vital que lo anima. En esta fotografía, lo vemos plasmado en cada detalle: la suavidad de las manos, la inclinación del rostro, el abandono controlado que dice «estoy aquí, siento, existo».
El placer, en su esencia, es una invitación a reconectar con lo que somos: seres sensibles, hechos para disfrutar de los pequeños momentos, de la textura del aire en la piel, del calor de un rayo de sol, del movimiento libre y fluido. No es extravagante ni complicado; es tan simple como un respiro profundo o un estiramiento que nos devuelve a nuestro centro.
Pero, ¿cuántas veces reprimimos el placer, culpándolo de ser innecesario o indulgente? Lowen nos recuerda que el placer no es un lujo, sino una necesidad. Es la forma en que el cuerpo celebra la vida, el modo en que le decimos al universo que estamos aquí, agradecidos por el milagro de existir.
Esta imagen nos invita a reflexionar: ¿qué lugar ocupa el placer en tu vida? ¿Cuándo fue la última vez que te permitiste disfrutar sin culpa, simplemente porque sí? Tal vez sea el momento de soltar las tensiones, de liberar las expectativas y de dejar que tu cuerpo, con su sabiduría innata, te guíe hacia lo que necesita.
El placer no necesita ser explicado ni justificado; solo necesita ser sentido. Es el gozo de un movimiento espontáneo, el calor de un abrazo o la simple dicha de estar contigo mismo. En cada instante que le haces espacio, el placer se convierte en un acto de amor propio, un recordatorio de que la vida es mucho más que obligaciones y metas. Es, en su forma más pura, un retorno a lo esencial.
Hoy, permítete un momento de placer. Tal vez sea cerrar los ojos y respirar profundamente, dejar que una melodía mueva tus manos o simplemente acariciar tu cabello como lo harías con alguien que amas. Porque, como muestra esta imagen, el placer no es un destino: es el arte de habitar el presente. Y en ese arte, está el secreto de una vida plena.